El evidente cambio climático no permite que la población tenga oídos sordos a la contaminación y los efectos negativos de la producción de bienes en el medioambiente, lo que viene modelando desde hace varios años los patrones de consumo y producción. Numerosas organizaciones alrededor del mundo han logrado la adopción de un papel activo en relación a la creación de estrategias que reduzcan el impacto negativo a nuestro entorno.
En este contexto, la sostenibilidad es un concepto que implica ir más allá de la innovación a través de productos y servicios. Hace falta plantear nuevas directrices de cómo los modelos de negocios pueden ser productivos siendo cada vez más conscientes con el entorno social y medioambiental.
Las cifras han aumentado considerablemente en las últimas décadas y cada vez son más las empresas que introducen el desarrollo sostenible en sus programas de responsabilidad social corporativa, demostrando que es posible llegar al equilibrio entre la obtención de beneficios y el respeto a nuestro entorno ambiental. Una empresa puede empezar a considerarse sostenible, en la medida que además de crear valor económico, genera un valor medioambiental y social para un mejor porvenir.
Si bien un modelo de negocio describe de forma racional y estratégica la forma en que una organización obtiene beneficios, a partir del desarrollo de productos y servicios; un modelo de negocios sostenible, debe además de ser comercialmente exitoso y adaptable al futuro, desarrollar acciones que le permitan ser parte de una sociedad sostenible y socialmente responsable.
Dentro de la planificación estratégica, lo relacionado a la sostenibilidad conecta con la llamada “gestión del riesgo ambiental”. Una empresa socialmente responsable responde a las diferentes escalas de valores sociales, morales o ambientales y debe ir más allá de las obligaciones jurídicas, fiscales o laborales.
Se identifica por mantener un compromiso de la dirección que asuma los valores y desarrolle iniciativas competitivas, tanto a nivel interno en los diferentes procesos de producción u oferta de servicios como a nivel externo, vinculados a la competitividad y certificaciones.
En este sentido, algunas prácticas que deben contemplarse al momento de definir características propias de una empresa sostenible son:
- Responsabilidad social corporativa y responsabilidades ambientales conectadas con la misión de la compañía.
- Reconocimiento a largo plazo del impacto ambiental e incorporación a su estrategia de planificación y procesos de gestión de riesgo.
- Transparencia en los reportes de acciones de sostenibilidad.
- Dentro de las aspiraciones tanto internas como externas de la empresa se encuentra el aspirar, tanto interna como externamente, a ser el mejor en su industria en áreas de dirección, desarrollo de productos sostenibles, y practicas éticas de negocio.
- Articulación entre la proyección a largo plazo de la compañía y su responsabilidad social.
- La junta directiva y la gerencia guían de forma activa los objetivos relacionados a la sostenibilidad y reportan los logros en este sentido.
- Se desarrollan programas de motivación para que los gerentes asuman la responsabilidad social y medio ambiental de la empresa a través de premiaciones o reconocimientos.
- Las compañías están en la disposición de tomar riesgos medidos para alcanzar la sostenibilidad.