Las incubadoras de empresas son programas que tienen la misión de facilitarle, a los emprendedores, la asistencia necesaria para que sus proyectos sobrevivan y crezcan. Las incubadoras les ofrecen por un determinado tiempo: espacio físico, asesoramiento técnico, asesoramiento gerencial, capacitación, consultoría, financiamiento, contactos comerciales, acceso a equipos, entre otras. Cuando un proyecto ya ha vencido el tiempo de incubación, puede optar por una nueva localización e independizarse.
Las incubadoras van más allá de dividir gastos y compartir espacios, más bien, buscan incentivar la creación, la competitividad, la creatividad y el emprendedurismo. Además, procuran la interacción multisectorial, el intercambio de conocimientos y experiencias.
De acuerdo a la página grandespyemes.com, “el 75% de las empresas graduadas en Brasil deciden permanecer en la misma ciudad, lo que implica que el desarrollo alcanzado a través de las incubadoras en el área tiene un efecto permanente, aún cuando la asistencia se instrumente por un tiempo limitado”.
Las incubadoras antes de apadrinar un proyecto analizan: su viabilidad económica, su capacidad técnica y su potencial de mercado. Los procesos de incubación son lentos y requieren de una planificación a corto y a largo plazo y tienen resultados inciertos. Por lo que el retorno es en base a la creación de empleos y al valor agregado que tiene la empresa.
Las incubadoras pueden ser de tipo:
-Tecnológica
-Virtuales
-De empresas
Según la National Small Business Administration de los Estados Unidos (NBIA), al cabo de tres años, “la tasa de éxito para negocios incubados oscila entre el 75 y el 80%, frente al 20 o 25% que reportan los nuevos negocios no incubados”.
Así que si piensas poner en marcha tu plan de negocio, pero estás teniendo dificultad para acceder al crédito y al mercado, es hora de que evalúes esta opción.