Elogiar a los empleados en público y privado es una buena decisión por parte de los supervisores, ya que esto les demuestra que son un activo valioso para la empresa y que además están haciendo bien su trabajo.
Sin embargo, hacerlo en exceso puede traer serias consecuencias, como por ejemplo:
-Aumenta su ego. Muchos elogios pueden provocar el desarrollo de comportamientos destructivos en un empleado con relación a sus compañeros, llegando a creer que son los favoritos ante los jefes.
–Elogios selectivos.Si los elogios se hacen de forma selectiva a los mismos empleados siempre se puede llegar a crear fricción con los demás. Los compañeros pueden pensar que el jefe tiene favoritos y que ellos no están haciendo bien su trabajo por lo que puede llegar a bajar su rendimiento.
-Productividad. Puede llegar a verse afectada ya que quienes reciben en demasía los elogios entienden que no hay lugar para mejoras y pierden la capacidad para motivarse. Sin contar que sobrevaloran su autoestima.
-Elogios vacíos. Cuando se elogia a un empleado se debe tener una razón real, los colaboradores con buena percepción saben determinar cuando los elogios son nada más que palabras huecas que el empleador utiliza regularmente como un reconocimiento obligatorio del trabajo realizado.