La ética de mercado se refiere al comportamiento adecuado de las empresas al momento de competir, sin embarcarse en acciones ilícitas que perjudiquen a otros competidores. Esa manera de actuar está vinculada a los valores que posee el negocio, a las virtudes de sus dueños y directivos. En efecto, si quienes dirigen la entidad carecen de hábitos apegados a los derechos sociales, en algún momento podrían incurrir en actos ilícitos y desleales.
Aunque algunas corrientes de estudio señalan que es difícil ser totalmente ético en los negocios, cuando existen normas injustas, hay corrupción. Agregando que el comercio en los mercados libres parece un campo de batalla donde todos tratan de sacar el mayor provecho económico, para arrastrar a los clientes hacia su orilla, existen estudiosos de la cultura empresarial más esperanzados sobre la competencia leal. Estos últimos explican que las corporaciones con actitudes correctas siempre encuentran buenos negocios porque su buena reputación atrae tanto a las personas como a otras empresas.
Existen diversos tipos de mercados. Mientras que las competencias monopolista u oligopólica privilegian a uno o a pocos grupos de poder económico, la competencia libre -aunque en algunos países con leyes o regímenes de consecuencias débiles, se convierta en un caos- permite crear un eje de equilibrio ético entre los interesados en un mismo espacio de venta.
En este tipo de escenario las empresas compran y venden, entran y salen, de manera que se hacen contrapeso entre sí y brindan a la sociedad mayor cantidad de opciones. En ese contexto, los mercados pueden lograr virtudes importantes:
- Sentido de la justicia. Tanto los compradores como los vendedores son capaces de crear un ambiente de justicia entre ellos.
- Sentido de la utilidad. Los expertos afirman que crean una conciencia de la eficiencia tanto en los ofertantes como en los demandantes, debido a que ante el espectro diverso, maximizan la utilidad.
- Sentido del derecho. El sector empresarial cumple con sus metas respetando el derecho de consentimiento de sus iguales como de sus clientes.
Por tanto, la ética de mercado busca ofrecer bienes y servicios apegados a virtudes de eficiencia y eficacia. Pero esto es solo posible con una gerencia íntegra, con formación en valores.