“El nombre de una persona es su letrero al mundo, su posesión más íntima y distintiva” (Maxwell John, 2005, p.117). Tu nombre es inherente a tu identidad. Expertos aseguran que llamar a las personas por su nombre, ya sean clientes o colaboradores de la empresa, es uno de los detalles más significativos que puedes tener con ellos.
Esta práctica impacta de manera muy positiva a tu interlocutor. Es una excelente estrategia psicológica porque las personas se sienten valoradas por ti. Esto, a su vez, permite desarrollar un clima de cercanía y confianza.
Evidentemente esto implica que hagas ejercicios, lo cual te sirve, primero, para humanizarte más, y segundo, para mejorar la retención de tu memoria. Pero los efectos alentadores para ti no se quedan ahí, empezar a llamar a las personas por su nombre, te motiva a detenerte, a observar y adentrarte en el mundo de los pequeños detalles.
Muchas veces las prisas borran de tu registro cerebral un sin número de elementos significativos de tu negocio. Y demás está decir que los seres humanos son importantes por el simple hecho de ser personas, pero además agregan valor a tu compañía, ya sea comprando tus productos, o trabajando para tu progreso económico, social o empresarial.
De manera que es un excelente gesto de atención y delicadeza personalizar las conversaciones. A pesar de tener agendas agotadoras, el movimiento rápido al entrar a tu organización, las múltiples reuniones… Siempre es posible detenerse, mirar a la gente a la cara y utilizar su nombre como una demostración de que reconoces su existencia, de que es importante que esté ahí.