La cuarta revolución industrial ha sido definida como la evolución y transición hacia sistemas con poco tiempo de existencia, que fueron edificados sobre la infraestructura de la revolución digital que le antecede.
Esta revolución sigue los procesos que ya se vivieron y que de un modo u otro fueron procesos de transformación para la humanidad, desde la primera etapa entre 1760 y 1830, donde se produjo el cambio de la manufactura a la producción mecanizada.
La revolución trae consigo una tendencia de transformación de la manufactura a la automatización y corre por cuenta de sistemas ciberfísicos. Estos hechos han sido posibles gracias al internet y al cloud computing o computación en la nube.
Uno de los retos de esta cuarta revolución industrial es mantenerse actualizado, personalizar y que los productos ofrecidos sean de la de mayor calidad posible. En el caso de las pyme, es muy importante mantenerse a la vanguardia con estas tecnologías, ya que todos los días cambian. Se debe tratar de implementar el Big Data, la computación en la red y el internet de las cosas.
Más importante aún es tener en cuenta que la manufactura va a ser más exigente en esta época de cambios, donde las grandes empresas obtendrán impresoras 3D y robots para la realización de sus producciones a gran escala.
Para los pequeños empresarios la opción más acertada es utilizar sistemas de comercialización directa a los dispositivos móviles y esta sería el ancla en la que se fundamentaría el negocio. Tiene que ser diverso, flexible, cambiante y accesible para una generación inmersa en el mundo digital y sus facilidades.
En conclusión, la cuestión de la cuarta revolución industrial es la adecuada modificación del sistema actual, en la que el negocio se está manteniendo y tratar de hacerlo lo más accesible al segmento de mercado del que depende la empresa.