Todos sabemos que la primera impresión es determinante aún más en los negocios. El interés que tienen las personas por encontrar un producto con buena presentación resulta impresionante, pues la presentación puede causar que un consumidor adquiera o no el producto.
Lo primero que hay que considerar es hacia quién nos dirigimos y cuál es el tipo de cliente que queremos captar. Los mercados están abarrotados de productos similares y si marcas la diferencia con un empaque original esto hará que te distingas del resto.
Debemos tener en cuenta que existen consumidores que compran por precio, pero otros escogen los productos con mejor presentación, sin importar el costo.
En el empaque todo debe guardar armonía. El logo debe representar tanto a la empresa como al producto y suscitar sensaciones agradables a la vista del consumidor. También, hay algunos elementos a considerar dentro de la presentación. Por ejemplo:
- Funcional: que la información sea puntual y responda las principales que se hace un cliente a la hora de tomar el producto en sus manos.
- Resistente: el transporte de los productos puede dañar el empaque y al momento de colocarlos en un estante si está maltratado es muy probable que nadie lo compre.
- Estético: ya lo hemos dicho antes, pero aquí puntualizamos. La calidad de la etiqueta debe ser alta y que no se vea borrosa o se destiña. Los colores deben ser vivos y armónicos, que no se divorcien de la marca original.
- Reconocible: es decir, que su originalidad sea tal -cumpliendo con los requisitos anteriores-, que cuando un cliente lo vea desde lejos lo identifique rápidamente.
- Calidad: la presentación y calidad están entrelazadas. Pues, si tienes una excelente presentación y poca calidad, aunque el cliente adquiera tu producto, puede que no sea fiel a la marca si el producto tiene poca calidad. La calidad nunca debe ser inferior a lo que presentas.