Para que la publicidad se pueda llevar a cabo dentro de una empresa, se deben conjugar una serie de factores. Entre ellos, unos de los más importantes, es el establecer las estrategias y objetivos que, aunque son dos conceptos que van muy de la mano, son diferentes.
Por un lado, los objetivos de publicidad se pueden definir como las metas previstas para las campañas de publicidad de una empresa y son frecuentemente enlistados por: objetivos específicos, medibles, logrables, realistas y sensibles al tiempo.
Thomas Speh, autor del libro Manejo de publicidad de negocios, explica que “los objetivos de negocios deben alinearse con los objetivos corporativos. De forma adicional, deben estar sincronizados con las metas de otros departamentos, incluyendo contabilidad, proveeduría y servicio al cliente”.
Por otro lado, las estrategias de publicidad son las que proporcionan los detalles de cómo se van a lograr los objetivos y se enlistan por: los pasos que hay que tomar, la acción que hay que dar para lograr cada paso y el tiempo esperado para cumplir cada etapa. Un ejemplo de una estrategia de publicidad podría ser la realización de un sorteo. Los detalles de la estrategia incluyen: determinar un premio para los ganadores, establecer salidas promocionales para la rifa incluyendo comerciales e impresiones en periódicos y escribir las letras pequeñas de las reglas de entrada.
Sin embargo, las estrategias sin objetivos no tienen sentido y viceversa. Ambos dependen entre ellos para producir una campaña de publicidad óptima y eficiente. La división de publicidad completa debe trabajar junta para que los objetivos y las estrategias sean igual de efectivos.
Joseph Hair, autor del libro Bases de publicidad, afirma que “los negocios revisan los componentes tales como las fuerzas políticas, legales, demográficas y tecnológicas que puedan ayudar o impedir un plan. Revisan estos componentes al analizar las leyes actuales que rodean a la publicidad”.