Todo emprendedor en algún momento fue empleado, pasa en la mayoría de los casos al menos. Pero algo ocurrió que hizo que no quisiera estar bajo las órdenes de otros, sino ser él quien tomará las decisiones. Cuando una persona está determinada y tiene la firme convicción de salir adelante y triunfar con una idea propia, lo logra.
Cuando se es empleado, siempre y cuando se preste atención a cómo se gestiona la empresa para la que uno trabaja, se aprende a dirigir un departamento, a trabajar con alguna herramienta o a tomar decisiones que favorezcan o propicien el desarrollo empresarial o las habilidades del equipo de trabajo.
Ten en cuenta lo siguiente si ha llegado el momento en tu vida en el que has pensado: “Ya no seré un empleado. De ahora en adelante seré mi propio jefe”.
1- Estar firmemente convencido de querer ser empresario o morir en el intento.
2- Tener una idea o plan de negocio que pueda ser rentable y con altas posibilidades de éxito (no olvides que en nuestro portal contamos con dos interesantes herramientas: la que te permite elaborar un modelo de negocio o la que facilita el diseño de tu plan de negocio.
3- Adquirir las habilidades y aptitudes necesarias para concretarlo y llevarlo al éxito.
Pueden ser muchas las circunstancias o razones que te lleven a tomar esta decisión. Lo importante es que una vez inicias a caminar con tu proyecto, ya no hay marcha atrás.
Otra forma sería que logres formar parte de la administración de la empresa donde estás como empleado, ¿de qué forma podrías lograrlo?
En primer lugar debes cuestionarte, ¿qué es lo que puedes hacer por la empresa? En vez de ¿qué es lo que debe de hacer? Piensa en alto, no te quedes estancado sólo en cumplir con tus tareas. Aquella persona que determina triunfar, procura siempre hacer algo que llame la atención por lo original y excelente.
Quien persigue una meta no es conformista, siempre busca la manera de encontrar algo que lo supere. A veces es necesario romper las reglas para implementar elementos novedosos. Si no tienes aspiraciones sólo seguirás las reglas cotidianas del día a día. Si tu meta es llegar en algún momento ser parte de la dirección o socio de la empresa en la que laboras, debes procurar conocer y dominar el negocio más profundamente que los dueños.
Si te percatas de un error en el que la empresa pueda caer, avísalo de inmediato y aprovecha esa oportunidad para proponer ideas que puedan darle solución al problema. Primero debes demostrar que estás en lo correcto y luego exponer tus planes de salvación. No hay nada que cause mejor impresión, siempre y cuando sea el jefe adecuado, de lo contrario tanto tú talento como tus ideas debes ofrecerlas a alguien más.
Siempre habrá un lugar donde se necesite de tu intelecto y habilidad.
No seas derrochador. No importa si ganas mucho o poco, es importante que aprendas a ahorrar, que tus gastos no sean más altos que tus ganancias. Procura generar un capital para cuando se presente la oportunidad de invertir en un proyecto que sea visionario, ambicioso y rentable.
Quienes invierten no buscan capital, sino una persona que demuestre que ha desarrollado habilidades para crear capital y la disciplina para mantener balance entre gastos y ganancias.
Ahorra, espera que se presente la oportunidad, y aprovéchala.