A la hora de abrir un negocio y hacerlo con un socio son muchos los detalles que se deben afinar. Una mala elección podría llevarte al fracaso, a la frustración, a la decepción o inclusive a la ruina.
Una sociedad puede darse entre hermanos, padres, hijos, colegas, compañeros o particulares. No importa la relación que haya previamente, antes de formalizarse hay que hablar claro, se deben plantear las diversas posibilidades que se puedan presentar cuando la empresa ya esté operando, inclusive aquellas que son incomodas de tratar.
Una sociedad es como un matrimonio. Es importante que todo claro antes de asumir el compromiso. Algunos de los aspectos a tomar en cuenta:
-¿Cómo y cuándo serán repartidas las ganancias?
-¿Cómo se pagarán las pérdidas, en caso de que las haya o de que la empresa quiebre?
-¿Cuánto aporta cada socio?
– ¿Cómo se valoran los aportes que no son en dinero?
-¿Cómo se les paga los salarios a los socios que trabajan?
-¿Qué pasa cuando un socio se quiera retirar de la empresa?, ¿cómo se calcula lo que se le devuelve?
-¿Qué pasa si hoy los socios son esposos y se llegan a divorciar?
-¿Qué pasa cuando los hijos crecen y quieren trabajo en la empresa?
Como puedes ver no son temas fáciles de tratar, pero si son necesarios. Para que en un futuro, por falta de conocimientos, no se vivan malos ratos innecesarios.