Los fracasos ocurren tanto en la vida personal como en los negocios. Los directores de las empresas, en ocasiones, prefieren ignorarlos; otros, por el contrario, prefieren culpar a otros.
Un fracaso no debe verse como una derrota, sino como una oportunidad para aprender y crecer.
Una empresa inicia en una idea de negocio, luego pasa a ser un proyecto y, finalmente, se convierte en una decisión. A sabiendas de que todas las decisiones tienen su riesgo, ya sea al comprar una maquinaria, lanzar un nuevo producto, cambiar la organización, explorar nuevos mercado o darle un giro al negocio.
Dependiendo del tamaño de la empresa, un fracaso puede representar una distracción, perdida dinero o la quiebra del negocio. Sin embargo, el fracaso viene acompañado de señales que son importantes percibir a tiempo.
-Te indica si estás tomando decisiones por impulso.
-Te dice que algo puede estar cambiando en la competencia o en las percepciones, necesidades, expectativas y valores de los clientes.
Pero si no te diste cuenta de las señales a tiempo y ya fracasaste míralo como una oportunidad para innovar. No te preocupes en analizar lo que sucedió, sino en por qué pasó.
Muchas veces no se fracasa porque no se haya planeado cuidadosamente, ni porque no se haya diseñado un proyecto con todo cuidado, ni por falta de asesoría, ni por falta de criterios, sino por falta de cambios en el mercado.