Desde 2013, el concepto de economía naranja se ha extendido a nivel mundial, gracias al Banco Interamericano de Desarrollo, BID y la publicación del libro titulado “La economía naranja: una oportunidad infinita”, escrito por Felipe Buitrago y el actual presidente de Colombia Iván Duque, quien en ese entonces se desempeñaba como consultor del BID.
El concepto de la economía naranja persigue potenciar la cultura y la creatividad en las empresas emergentes y profesionalizar este sector. En su libro, estos autores describen la economía naranja como “el conjunto de actividades que, de manera encadenada, permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios.”
Sin embargo, aunque el concepto sea nuevo para muchos, las empresas de este sector no son nuevas; desde el inicio del mundo empresarial, han existido empresas dedicadas a promover la cultura y la creatividad, operando y haciendo negocios, ayudando a desarrollar talento y a generar empleo.
Lo único es que ahora vemos todas esas industrias culturales y creativas bajo la sombrilla de la economía naranja. Y hacerlo de este modo nos permite valorar el enorme impacto que todas juntas tienen sobre los sistemas económicos de los países.
De acuerdo al BID, las empresas que forman parte de la economía naranja se clasifican en tres grandes áreas:
Arte y patrimonio
Pertenecen a esta área todas las empresas que desarrollan actividades tradicionales y forman parte del patrimonio cultural. Encargándose de su promoción, están divididas en tres grandes subcategorías:
- Artes visuales: pintura, escultura, perfomance, fotografía, moda y alta costura.
- Artes escénicas y espectáculos: teatro, danza y marionetas, orquestas, conciertos, circos, pasarelas de moda.
- Turismo y patrimonio cultural e inmaterial: artesanías, gastronomía, museos, galerías de artes, bibliotecas, arquitectura y restauraciones, parques naturales, ecoturismo, monumentos, centros históricos, festivales, carnavales, etc.
Industrias culturales convencionales
Las pequeñas y medianas empresas que realizan actividades que proveen bienes y servicios, con base en los contenidos simbólicos artísticos y creativos, pertenecen a esta área.
Sus actividades deben tener una estrecha relación con la cultura de un país, pudiendo ser reproducidas masivamente.
Las pymes que pertenecen a esta área también se dividen a su vez en tres subcategorías:
- Editorial: libros, periódicos, revistas, imprentas, edición, literatura, librerías.
- Audiovisual: cine, televisión, video.
- Fonográfica: radio y música grabada.
Creaciones funcionales, nuevos medios y software
Pertenecen a esta área las empresas que sus actividades tradicionalmente no forman parte de la cultura, pero definen su relación con el consumidor a partir del valor simbólico. Estas actividades se dividen en las siguientes subcategorías:
- Diseño: interiores, artes gráficas e ilustración, joyería, juguetes, creación de productos, arquitectura.
- Software de contenidos: videojuegos, contenidos interactivos audiovisuales, soporte para contenido digital.
- Agencias de noticias y otros servicios de información: noticieros y programas informativos.
- Publicidad: agencias de mercadeo y publicidad.
Cada una de estas áreas están divididas en subsectores, por ejemplo, el subsector audiovisual, que pertenece a las industrias culturales convencionales, incluye empresas destacadas en el terreno del cine, en el cual contamos con importantes representantes en el país.
De igual manera, el crecimiento de pequeñas y medianas empresas, como las agencias de mercadeo y publicidad, el diseño de modas, las escuelas y galerías de arte, las escuelas de danza y ballet, las productoras audiovisuales, etc., son un claro ejemplo de cómo la economía naranja extiende su alcance e impacta en multitud de empresas del sector de las pymes. Empresas que son en sí mismas entidades creativas o que dan soporte a las empresas creativas para que puedan lograr su trabajo.
Si algo tiene el macrosector de la economía naranja es, por tanto, su enorme derrama sobre multitud de otros sectores de apoyo. Por eso, Naciones Unidas entiende que la economía de la creatividad contribuye directamente con el desarrollo sostenible de los países y muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible recogidos en la Agenda 2030.
Muchas de estas empresas naranja probablemente tienen más tiempo operando que lo que lleva el concepto de economía creativa en sí.
No obstante, gracias a los avances tecnológicos de las últimas dos décadas, la exportación e internacionalización de los productos y servicios creativos ha alcanzado un nivel exponencial, llegando a nuevos mercados.
Esto ha permitido así el surgimiento de nuevas empresas, dedicadas a innovar y llevar la creatividad como insumo principal, creando un impacto en la sociedad, mientras generan más recursos y empleo.
Recientemente el Banco Popular Dominicano, el Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes (MICM) y el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) firmaron un acuerdo interinstitucional para impulsar el desarrollo de la economía naranja en las empresas del país.
Una de las iniciativas que surgen de este acuerdo es la creación y puesta en funcionamiento de un directorio nacional de empresas creativas, contenidos divulgativos y cursos de formación en línea: los interesados pueden ingresar al portal web https://economianaranja.com.do.