Un jefe tóxico es aquel que trata mal a sus empleados, no valora sus subordinados, es indiferente, los hace sentir mal o crea, de una forma u otra, un mal ambiente de trabajo.
Quizá sea una persona que piense que está haciendo bien o que actuando así consigue mucho más, aunque la realidad puede ser otra. Los malos jefes contaminan los lugares de trabajo, algunos lo hacen de manera abierta otros a través de la manipulación.
Características de un jefe tóxico:
Grita. No trata con respeto a sus empleados. Piensa que la mejor forma de que sean productivos es gritándoles y haciéndoles ver que pueden hacerlo mejor. Tienen amplias mejoras en sus oportunidades de comunicación.
Es déspota. Impone su criterio siempre. Crea ansiedad y miedo. Actúa a la defensiva, incluso cuando le hacen buenas sugerencias de mejora.
Es incoherente. No cumple lo que promete.
Consejos para evitar ser un jefe tóxico:
Reflexiona. Reconoce el impacto que ejerces en el entorno.
Agradece. Felicita. Ayuda a los empleados a focalizar su trabajo y saber cuál es la dirección correcta.
Delega. Entrena y comparte la consecución de los proyectos.
Empatiza. Construye relaciones profesionales positivas fomentadas en la escucha activa.