Hablar de estrés no es hablar de un concepto nuevo. La presión del trabajo en las sociedades contemporáneas puede degenerar en una saturación física y mental que reduce dramáticamente nuestra productividad conllevando a consecuencias desfavorables a largo plazo.
Por ello, es de vital importancia estar atentos a las posibles señales que puede enviar nuestro cuerpo, para actuar a tiempo. De todas formas, hay algunos puntos que podemos trabajar para liberar y evitar padecer estrés durante nuestra jornada laboral. Por ejemplo:
Organización del tiempo a través de una agenda. Puede sonar como más trabajo, pero habituarse a organizar el tiempo y manejar la agenda de forma asertiva es una forma de prevenir el estrés. Si somos realistas en la cantidad de tareas que somos capaces de manejar y en el tiempo que nos va a tomar cada una en un día de trabajo, podremos desarrollarlas de forma más eficaz, sin generarnos tensión por las prisas, ni frustración por no completar toda la agenda. De igual modo, resulta necesario desarrollar la capacidad de distribuir tareas por prioridad y, en caso de contar con disponibilidad de tiempo, dividirlas en varias jornadas.
Descansos cronometrados. Una forma de liberar tensiones son los descansos. Si tomamos períodos cortos de descanso entre tareas, permitimos que tanto la mente como el cuerpo respiren y se recarguen de energía para retomar el trabajo. Resulta importante cronometrar el tiempo para no perder la pista de lo que estábamos haciendo anteriormente.
Durante ese tiempo podemos ponernos de pie, estirar, cambiar de área para reflexionar sobre lo que hacíamos o hacer algo breve, que no nos tome mucho tiempo y que nos permita revitalizar la mente.
Respirar conscientemente. Así como el mindfulness, la respiración consciente calibra o sincroniza cuerpo y mente a través de un ejercicio de concentración al desarrollar una actividad que es vital para el ser humano. Esta acción que podemos realizar en cualquier momento del día, nos ayuda a llegar a un punto de calma mental, favoreciendo la circulación de pensamientos positivos.
Al hacerlo, fijamos toda nuestra atención en el el proceso de respirar, en la reacción del cuerpo mientras se inhala, y en el flujo del aire al exhalar, que debe tomar el doble de tiempo que nos tomo llevar el aire adentro. Se puede hacer tan corto o extenso como sea necesario, para volver a tomar el balance.
Si bien el estrés sucede cuando sentimos que las cosas se salen de control y que aparentemente no podemos hacer nada al respecto, estos tres puntos pueden ayudarte a encontrar otra perspectiva.