Todo empresario desea ver los resultados de su proyecto y que mejor manera que cuando se reflejan en los números. Uno de los requisitos indispensables para el éxito de un negocio es el correcto manejo del dinero, y eso en realidad no es simplemente llevar bien las cuentas, sino conocer qué tipo de decisiones se toman con respecto al efectivo de una empresa.
Nuestra intención es compartir algunos principios que, si logras que se conviertan en hábitos, podrán asegurar que el dinero de tu empresa se manejará correctamente.
La buena mayordomía
Si extraes recursos más allá de la capacidad de tu negocio, pasará una de dos cosas: se quedará enano o desaparecerá.
Para que esto no ocurra, debes verte como el mayordomo de la empresa, o sea, alguien a quien se le encargó su cuidado y que deberá entregar cuentas al verdadero dueño. ¿Cómo lograrlo? Asignándole al “mayordomo” un salario que se considere justo por su trabajo, pero que también la empresa esté en posición de pagar.
Equilibrio entre entradas y salidas de efectivo
Existen solo dos formas importantes de que entre dinero a una empresa: por una aportación de capital, o por ingresos derivados de las ventas. Estos últimos son los únicos que verdaderamente la hacen rentable y saludable, pues si no hay ingresos por ventas, cualquier aportación de capital será “echar dinero bueno al malo”. No puede salir nada que no haya entrado primero.
La ley de la siembra y la cosecha
Lo que siembras es lo que cosecharás. Como dueño eres ejemplo para tus empleados, proveedores y clientes. Por eso, en la medida de las posibilidades de tu empresa, siembra en salarios decorosos, en uno o dos cursos de capacitación al año, en proveedores confiables, en contratar un poco de publicidad, pero pon en práctica esto de sembrar en vez de querer todas las ganancias para ti y verás los resultados.
O bien vendido o bien podrido
Si no crees en el valor de lo que ofreces, tus clientes tampoco lo harán. Recuerda que de tu margen de ganancia es de donde sale el efectivo para pagar los gastos de operación, para las inversiones en el negocio, y en última instancia, para las utilidades.
Nunca fiar
Si tienes la intención de dar crédito a tus clientes, antes debes ver qué tantas posibilidades hay de que no te paguen, y contar con alguien que se encargue de la cobranza, dándole “armas” para hacer su trabajo, como pagarés firmados, acuses de recibo, entre otras. Si no haces esto, estás fiando, eso es lo más parecido a regalar tu producto o servicio.
Ten siempre una reserva de efectivo
Los imprevistos ocurren. Aunque esto varía dependiendo del giro y tamaño de la empresa, en general debes procurar tener el equivalente a tres meses de gastos de operación como reserva de efectivo.